miércoles, 28 de noviembre de 2007

El papel moneda de níquel


Al finalizar la Guerra de los mil días en 1902 la economía colombiana era un caos. A consecuencia de la avalancha de emisiones del Banco Nacional, incrementada con las de los gobiernos seccionales y las del ejército liberal, estaba el país inundado de billetes cuyo valor era poco más que el del papel de que estaban hechos. El Congreso emprendió el cambio del depreciado papel moneda por moneda de buena ley, a razón de un centavo oro por cada peso en billetes devaluados, de paso eliminando de un plumazo la mayor parte de la deuda interna.

Como parte de la nueva amonedación, a instancias de la Junta Nacional de Amortización decretó el presidente Reyes en octubre de 1906 la acuñación de monedas de níquel de uno, dos y cinco centavos oro que, curiosamente, no debían llevar su valor, sino su equivalencia en billetes, es decir uno, dos y cinco pesos papel moneda, puesto que servirían para remplazar los ya deteriorados billetes de estas denominaciones, de la llamada emisión inglesa hecha por la junta en 1904.

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